"El niño pez", de Lucía Puenzo
Les comparto mi opinión sobre una nueva lectura conjunta que hicimos en mi grupo: "El niño pez", de Lucía Puenzo 👶🏻
OPINIÓN PERSONAL: 3,5/5 🌟
Narrada por Serafín, el perro de Lala, autodefinido como “macho, negro y malo” desde la primera página, “El niño pez” cuenta la historia de su dueña (de nombre Paula) y la Guayi (Lin Guayen), la chica paraguaya de la que se enamoró, que se desempeña como empleada doméstica en su casa de familia acomodada en el barrio de San Isidro y que parece corresponder a su amor. Ambas, próximas a cumplir 18 años, planean escaparse a Paraguay, comprar un terreno y construir una casa cerca del lago Ypacaraí. Para juntar el dinero necesario, Lala roba las joyas y los cuadros de su familia para venderlos.
La familia de Lala es un desastre: Brontë, el padre, es un escritor exitoso con tendencias suicidas que se la pasa encerrado en su estudio; Sasha, la madre, sólo piensa en su amante y con la excusa de practicar meditación, se embarca en un viaje a la India con él; Pep, el hermano, es un drogadicto que cultiva marihuana y vende drogas de todo tipo.Cuando Lala descubre que la Guayi se acuesta con su padre, celosa, decide tomar cartas en el asunto, pero la joven sirvienta no es una mujer fiel: le gusta sentirse deseada y se acuesta con todos los que la quieran, hombres y mujeres. Es una adolescente como Lala pero, como descubriremos al avanzar en la historia, tiene mucho vivido. De repente escapa sola llevándose el dinero, y Lala opta por alcanzarla en Paraguay, donde encuentra sólo a su abuelo Charo: la Guayi fue detenida en la frontera.
En su nuevo destino, Lala descubre el pasado de Lin: tuvo un embarazo no deseado y, según su abuelo, el neonato sólo podía respirar bajo el agua, así que la Guayi lo dejó en el lago. Lala cree ver al “niño pez” mientras nada en el Ypacaraí, en un momento de realismo mágico algo colgado del resto de la historia, que creo que no suma.
Cuando Lala se entera por fin de que la Guayi está en la cárcel, regresa a Argentina para verla, pero Lin le pide que la olvide; Lala no se resigna y comienza a investigar la situación…
Resta poco por decir sin hacerles ningún spoiler. Rescato que Lala, que comienza siendo una chica con poco mundo, que apenas sabe qué hay más allá de su barrio, encuentra en el amor (o el deseo) por la Guayi un motivo para vencer muchos obstáculos y está entre dos aguas, con una identidad en permanente construcción a lo largo de las páginas. Los personajes y las situaciones cuestionan, de manera más o menos sutil según el caso, los prejuicios socialmente establecidos acerca de diversos tópicos. Incluye mucho vocablo guaraní en las voces de la Guayi y su abuelo Charo.
Lo positivo es que se lee de un tirón; lo negativo, que no terminé de encontrarle un sentido claro y aunque me entretuvo, prácticamente pasó sin pena ni gloria.
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