"Cometierra", de Dolores Reyes

Quiero contarles sobre "Cometierra", de Dolores Reyes 💜

OPINIÓN PERSONAL: 5/5 🌟

Narrada en primera persona, es la historia de una joven vidente con la capacidad, desde la pérdida de su madre, de darle respuesta a los desesperados que se encuentran en medio de una búsqueda.

“Cometierra”, apodo que recibe y modo en que la conoceremos a lo largo de toda la novela, descubre su “don” luego de asistir al entierro improvisado de su madre: quiere retenerla, guardar algo de esa mujer en su cuerpo antes de perderla para siempre en la tierra, sola, envuelta en una tela. Junta un poco de tierra, se la lleva a la boca y la traga: automáticamente visualiza, como en un trance, los puños de su padre, hundiéndose en la carne de aquella mujer hasta matarla. Así se marca el inicio de la historia

“Cometierra” convive con su hermano Walter en el conurbano bonaerense, siguen habitando en la casa del crimen, desarrollando un vínculo muy fuerte.

En la escuela es objeto de burlas por estar siempre llena de tierra, por lo que deja de ingerirla, hasta que un acontecimiento la lleva a volver a utilizar su don: su maestra desaparece. Va al lugar propicio y dibuja lo que ve. La temprana resolución del caso traerá otros pedidos de ayuda, ante la poca efectividad e interés policial. La niña crece y con ella, su fama en el barrio: recibe a diario botellas con tierra procedente de lugares donde han desaparecido personas, en su mayoría mujeres. Violadas, asesinadas, que fueron “tragadas por la tierra”. A veces las acompaña una tarjeta con un nombre, o un número de teléfono.

Comer tierra y presenciar estas terribles escenas la deja agotada mentalmente, le causa dolor, le resulta desagradable, pero lo hace: con altruismo, por humanidad, por empatía hacia la gente desesperada que le pide ayuda para encontrar a su ser querido, consciente de ser su única esperanza.

La novela tiene capítulos breves y está dividida en tres partes. Es corta en extensión, pero con un fondo desgarrador. La historia impacta, mucho. Tiene una potencia narrativa excelente que hace que el lector la devore sin darse cuenta. El lenguaje está cargado de argentinismos, haciéndose tremendamente familiar; si no estás acostumbrado puede que te cueste en el comienzo, pero te prometo que se hará más fácil con el transcurrir de las páginas y sobre todo, que valdrá la pena. A pesar de lo doloroso de la historia, la prosa de la escritora es elegante, incluso poética. Lo que se narra es terrible, pero está lleno de belleza estética: detalles captados de su entorno más cercano, en las calles de su barrio en Caseros y las de Pablo Podestá, donde trabaja, para dar vida a los personajes. El reggaetón de Ozuna, las interminables noches jugando Playstation, la cerveza que pasa en ronda, el rocanrol, el abandono escolar, las changas, las peleas en los boliches, los complejos entramados familiares. Las imágenes logradas pueden convertirse en escenas atractivas para una pantalla (y espero que así sea).

La publicación corrió pareja al apogeo del movimiento “Ni una menos” en las calles de Argentina, contra todo tipo de violencia hacia las mujeres, por el que aboga la autora, que dedicó este libro “a la memoria de Melina Romero y Araceli Ramos. A las víctimas de femicidio, a sus sobrevivientes”. Refleja la necesidad de educar desde el respeto, el consenso: hombres que no sean agresivos, violadores, femicidas, y mujeres sin miedo. Apunta al público joven, que puede construir relaciones más saludables que las que el mundo adulto muestra “como ejemplo”. La necesidad de abrir los ojos y actuar, de una vez, ante la realidad de miles de mujeres que son silenciadas por la sociedad y los medios de comunicación, cuyas vidas son signadas con sentencias absurdas tales como “había dejado la escuela”, “era fanática de los boliches”, “andaba sola de noche”, “se vestía provocativa” y tantas otras estupideces.

En el país, “Cometierra” va por la quinta edición y será publicada por HarperCollins en Estados Unidos, además de tener salida prevista en Inglaterra, Francia, Italia, Holanda, Polonia, Australia y Turquía.

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