"Chicas muertas", de Selva Almada

Les comparto una nueva reseña: hoy, sobre "Chicas muertas", de Selva Almada ♀️

OPINIÓN PERSONAL: 5/5 🌟

Se trata de un relato en primera persona que realiza la autora acerca de tres casos de femicidios ocurridos en la década de los 80 en distintas provincias de Argentina. Nos narra cómo se enteró de estos casos y cómo, al ver que no tuvieron la repercusión que merecían ni mucho menos un culpable tras las rejas, decidió realizar su propia investigación sobre cada uno. Intercala los tres casos y agrega experiencias propias, volviendo al libro adictivo y fácil de leer.

Andrea Danne era una joven entrerriana, como la autora, de 19 años que fue asesinada de una puñalada en el corazón mientras dormía. Sarita Mundín era una muchacha cordobesa, pobre, que se veía obligada a prostituirse para mantener a su familia e hijo, y desaparece luego de un encuentro con su amante. María Luisa Quevedo era una chaqueñita de 15 años, que apareció violada y estrangulada en un baldío luego de haber sido vista por última vez saliendo de su casa para ir a trabajar como empleada doméstica. Como ellas, tantas más: Serena, Nora, María Soledad, Wanda, María de los Ángeles, Paulina… o Selva: como ella misma dice, “tengo cuarenta años y a diferencia de ellas y de las miles de mujeres asesinadas en nuestro país desde entonces, sigo viva. Sólo una cuestión de suerte.” La autora se coloca, como mujer, en el centro de la trama, ocupando un lugar que está lejos de pretender ser neutral u objetivo. El relato se configura desde la propia experiencia, como demuestra la frase citada: ella, una joven de un pueblo del interior, testigo de la época del asesinato de Andrea Danne que, si puede ahora citarlo, es prácticamente por simple azar. El caso de Andrea le fue cercano y dar con el derrotero de las otras chicas, será casual o deliberado: a María Luisa la encontrará recordada 25 años después de su asesinato en un diario chaqueño y a Sara la buscará como otro botón de muestra de una situación generalizada, cuando aún en Argentina se desconocía el término “femicidio”.

Mientras nos cuenta sobre la vida y muerte de las jóvenes, despliega su propia historia, a través de relatos, recuerdos y anécdotas relatados en primera persona, que bien podrían constituir un repertorio de “experiencias femeninas”: jóvenes hijas de trabajadores que estudian en otra ciudad y hacen dedo para viajar barato, quedando expuestas al acoso de los conductores; mujeres sometidas al maltrato verbal de sus propias parejas en la calle, a la vista de todo el mundo (que además, no se mete); una madre amenazada por su marido con el amague de un cachetazo y la brava respuesta de clavarse un tenedor en la mano; comentarios sobre vecinas que se suicidaron porque el marido les pegaba; la mamá de su amiga, que no se maquillaba porque el padre no la dejaba o la compañera de trabajo de su propia madre, que todos los meses entregaba su sueldo completo al esposo para que este lo administrara y tenía prohibido usar zapatos de taco, porque eso “era de puta”.

Este libro da voz a estas mujeres que nunca consiguieron justicia. No esperen un final feliz ni respuestas rotundas sobre lo que pasó: es una reconstrucción de los casos a partir de entrevistas, notas de diarios, documentos, charlas con familiares, para que lo que sucedió, al menos, no quede en el olvido. Una lectura corta, atrapante, llena de emociones, capaz de abrir las mentes de aquellos que cuestionan hoy en día la importancia de la lucha feminista. El femicidio es el último eslabón de una cadena de violencia ejercida sobre las mujeres de manera cotidiana, dentro de una sociedad patriarcal, que se perpetúa aún tres décadas después de los hechos investigados por la autora, a pesar de que el término ya tenga plena vigencia.

El personaje de una tarotista guía a Selva en este camino, viendo lo que ella no puede sobre las chicas muertas. La conoceremos solamente como “la Señora”: será sus ojos y sentirá lo que sintieron las jóvenes, acercándonos a sus miedos y a los nuestros.

Hay una crónica policial, aunque no lo sea; hay misterio y suspenso, aunque no es un thriller. La cotidianeidad actúa como trampa para que los hechos resulten como latigazos emotivos. El tono de la autora hace del libro una crítica abierta a la desidia policial, al sistema judicial argentino y a su relación corrupta con la clase política. Las voces dolientes “hablan en el texto”, se cuelan sin guiones de diálogos, a veces sin comas ni puntos: no hay un sitial para el que escribe y otro para los que hablan. La narración busca la proximidad como una forma de demostrar honestidad, realismo.

Selva narra las historias de estas tres chicas, pero añade un sinnúmero de otras semejantes, de más mujeres asesinadas, maltratadas o humilladas. Son engarzadas en aparente desorden, pero dejan bien clarificada una idea radical: los casos de las tres protagonistas no son excepciones, sino la norma social. Lo que menos importa son sus historias particulares. El rompecabezas queda voluntariamente incompleto y enredado: confundimos episodios, hechos y rostros. Todas las chicas son la misma chica.


esa mujer ¿por qué grita?

andá a saber

mirá qué flores bonitas

¿por qué grita?

jacintos margaritas

¿por qué?

¿por qué qué?

¿por qué grita esa mujer?

Susana Thénon


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