"Con el agua al cuello", de Petros Márkaris
¡Buenas! ¿Cómo les va? ¡Al fin viernes! Y al fin nueva reseña, ¿no? Ya era hora...
Estuve bastante perdida porque a principios de este mes comencé, junto a otra amiga bookstagrammer, la lectura conjunta de "Christine", de nuestro adorado Stephen King. Sumando a esto las horas de trabajo, lo cierto es que no he dispuesto de demasiado tiempo libre para sentarme a reseñar. ¡Pero aquí estoy! (A pocas horas de salir de viaje y, por ende, volver a desaparecer por unos días). Recuerden que es conveniente que miren mis publicaciones en Instagram (@BooksInventory) para estar al tanto de lo que voy leyendo. Una de mis últimas lecturas fue "Con el agua al cuello", de Petros Márkaris, que no disfruté demasiado...
SINOPSIS: “Un caluroso domingo del verano de 2010, el comisario Jaritos asiste a la boda de su hija Katerina, esta vez por la Iglesia y con fanfarria musical. Al día siguiente, poco después de llegar a Jefatura, le informan del asesinato de Nikitas Zisimópulos, antiguo director de banco, degollado con un arma blanca. El macabro homicidio coincide con una campaña que alguien, amparándose en el anonimato, ha emprendido contra los bancos, animando a los ciudadanos a que boicoteen a las entidades financieras y no paguen sus deudas e hipotecas. Lo cierto es que Grecia, al borde de la bancarrota, pasa por un momento muy crítico, y la población no duda en salir a la calle para quejarse de los recortes en sueldos y pensiones. Para colmo, Stazakos, el jefe de la Brigada Antiterrorista, sostiene que el asesinato de Zisimópulos podría ser obra de terroristas. Jaritos, en desacuerdo con esa hipótesis, tendrá que apañárselas con sus dos ayudantes para enfrentarse a un asesino cuyos crímenes apenas acaban de empezar. “
Esta es la sexta novela protagonizada por el comisario Kostas Jaritos, pero la primera dentro de su “Trilogía de la crisis”, que tiene como marco la crisis griega. La completan “Liquidación final” y “Pan, educación, libertad”.
Se sitúa en 2011, momento en que los problemas de Grecia no han hecho sino apenas comenzar: la población se encuentra intentando sobrevivir bajo duras medidas impuestas de forma directa o indirecta por “la Troika”, constituyendo el mal denominado “rescate”, como la reducción de los salarios en el ámbito público o la prolongación de la edad de jubilación: el hincapié en estos puntos posiblemente se deba a que se trata del espacio en que se mueve Jaritos, dejando de lado, en parte, la situación del sector privado.
La intriga comienza con la decapitación de un ex banquero, que aparece asesinado en el jardín de su casa. Lo que parece un crimen común es tomado por parte de la fuerza policial a la que pertenece Jaritos como un posible atentado terrorista. Así, el protagonista, secundado por su jefe, Guikas, deberá hacer frente a una investigación matizada por el choque de opiniones con algunos de sus pares, además de sortear también a unos responsables antiterroristas griegos, comandados por el director de la policía, demasiado ineptos.
Como en tantas novelas de este género, nos topamos con una fórmula eficaz, aunque escasamente imaginativa, un asesino en serie que otorga dos facilidades: permite mantener la tensión, puesto que a cada página puede ocurrir algo y cada nueva actuación aporta una pista, por lo que no hace falta investigar ni meditar demasiado, las cosas “llegan solas”. Más imaginativo, aunque bastante irreal, es el móvil de los crímenes, su perpetrador y el modus operandi que utiliza: desconozco si esto es frecuente en las novelas del escritor, al igual que la reacción, en mi opinión desmedida, de ciertos sectores ante la aparición de pegatinas y carteles: tan desmesurada por momentos que pone cierta distancia entre la historia y el lector. Me parece una pena que un personaje construido de manera tan real como Kostas Jaritos se vea envuelto en situaciones tan ilusorias, pero esto, que lo juzgue cada cual.
La investigación se verá complicada por contar con diferentes líneas abiertas, además de la situación de la sociedad griega, que paraliza el tránsito de la ciudad de Atenas con manifestaciones, huelgas y protestas: el reflejo de una sociedad que se desmorona.
La intriga policial se desarrolla con interés, con un baile de sospechosos, conflictos entre las fuerzas de seguridad y revelaciones sobre corrupciones y delitos financieros, pero el investigador lleva la pesquisa dando palos de ciego, de manera que la novela se convierte casi por completo en una crónica. Llegando al final toma un rumbo, que desemboca de manera demasiado rápida en el desenlace, algo exagerado en mi opinión. Si bien no soy una lectora asidua de novelas policiales, la resolución de la trama “como por arte de magia” es algo que definitivamente detesto. En los últimos capítulos, de repente, comenzamos a ver cómo la madeja se va desenredando poco a poco, gracias a una serie de pasos totalmente lógica, cosa que personalmente, no me cierra. El devenir de acciones que toma el comisario para esclarecer los asesinatos se presenta de modo tal que, “por lógica”, es el único modo en que podría haberse desarrollado, quitando un poco de mérito a tanta intriga. Por momentos también sentí que sobran páginas, justamente por este motivo que acabo de mencionar: venimos recorriendo doscientas, trescientas y de golpe, todo terminó, así, como si nada.
La novela resulta interesante, sobre todo, por la forma en que refleja el sentir de la población ante la crisis, un escenario de plena actualidad. Las problemáticas que atraviesan los personajes, tanto laboral como personalmente, completan una historia realista, que presenta actores de carne y hueso, con luchas y con debilidades, que afrontan la empresa de sobrevivir el día a día, haciendo que el relato trascienda el género policíaco.
CALIFICACIÓN PERSONAL: 3/5 ★★★☆☆
Ha sido la primera novela que leo del autor y sinceramente, me cuesta pensar en repetir con él. ¿Han leído este libro u otros suyos? ¿Pueden hacerme alguna recomendación, para volver a intentar? ¡Lxs leo! Gracias por visitarme ♥ |
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